Libros, libros, libros…

Todos los años hago miles de propósitos, pero especialmente en verano. Me gustan los propósitos veraniegos. El mundo casi se para, los días largos permiten hacer muchas cosas y el tiempo es muy largo y flexible, parece que se pudiera estirar como una goma. Quién me conoce sabe que soy muy organizada, incluso en verano, y que me gusta aprovechar el tiempo hasta en la época más tranquila.

Tumbarme al sol durante horas es un suplicio para mi, así que no convoco en mi vida a las hamacas playeras y suelo tomar otros derroteros más activos, me gusta ser la protagonista de mi vida. Leer y viajar, viajar y leer, son dos de las actividades que más me divierte hacer en vacaciones, y en mis viajes disfrutar de la buena gastronomía, claro. En cuanto al post que me lleva con vosotros, os dire que me gusta repasar los clásicos, especialmente a los que he leido ya y que conozco como la palma de mi mano. No se trata de daros mil títulos que ya todos conocemos, sino más bien la idea de que pasear con libros que ya se conocen es como pasar la tarde con un amigo de toda la vida con quién uno está cómodo y feliz.

Preparo esos encuentros con cuidado: una tarde que esté tranquila, un día de poco trajín, unas horas robadas a otra actividad… Y los salpico con ratos de conversación. Personas de verdad, sin teléfonos, sin redes sociales, sin mensajería. Nos reímos y preparamos algunas bebidas… otro rato de lectura, algún comentario. Y cómo sonidos de fondo alguna paloma, los mirlos comiendo uvas, grillos por la noche, y salpicada como tecleando, una incómoda chicharra. Y el salpicar del agua anima el paso de las hojas de los auténticos libros.

Este verano releeré un pequeño trabajo de Bertrand Russell, La conquista de la felicidad. No coincido con este filósofo en muchas cosas, pero expone muy bien su teoría, que os recomiendo por positiva. Otro libro un poco más complicado es una versión original de Peter Pan en inglés. Sí, en inglés. Es uno de los trabajos más deliciosos que podais imaginar. Salpicado de originalidad, de humor -inglés, claro-, y de sueños infantiles pasados por la mano de J. M. Barrie, un extraordinario autor que parece haber vivido en compañía de Peter y los niños perdidos alguna vez. Wodehouse ocupa las horas más livianas, y siempre me hace sonreir durante mucho, mucho rato, cualquiera de sus Jeeves siempre es refrescante.

Y quizás relea algunas de las aventuras de la conquista americana, algo más serio pero extraordinario, como a Bernal Díaz del Castillo y su Historia verdadera, que me permite dejar la imaginación volar en los campos de hace cinco centurias. Cosa seria.

Y para las obras actuales me pasaré por mi libreria de verdad. Me gusta dejarme sorprender además de tener a los libros amigos como compañía constante junto a mí. Amigos que no fallan, de verdad.

Y si tú, lector, quieres pasar las páginas que he preparado para tí, sólo tienes que pinchar aquí y seleccionar lo que más te apetezca