Cabeza pelada
Mis mañanas de verano empezaban temprano, muy temprano, y antes de que pusieran las calles bajaba a nadar un rato, cuando aún el agua mantenía su primitiva y benévola capacidad refrescante. Nadaba una hora cada
Mis mañanas de verano empezaban temprano, muy temprano, y antes de que pusieran las calles bajaba a nadar un rato, cuando aún el agua mantenía su primitiva y benévola capacidad refrescante. Nadaba una hora cada