Las tórtolas
Tobalo las recogió del suelo. Se habían caído con el viento de la noche. Aún eran una camada inmadura. No sobrevivirían. Las miró sin pena, era la ley de la vida. Pero pensó que les
Tobalo las recogió del suelo. Se habían caído con el viento de la noche. Aún eran una camada inmadura. No sobrevivirían. Las miró sin pena, era la ley de la vida. Pero pensó que les
Mis mañanas de verano empezaban temprano, muy temprano, y antes de que pusieran las calles bajaba a nadar un rato, cuando aún el agua mantenía su primitiva y benévola capacidad refrescante. Nadaba una hora cada