Recientemente he tenido la oportunidad de repetir un viaje por Andalucía que también ha sido un periplo en el tiempo, una ruta que hace años recorría con mucha frecuencia y que conozco al dedillo. Contenta y con ganas salí de Córdoba: desayuno de finísimas tostadas de pan de telera y aceite de oliva, del virgen extra, claro ¿Baena, Priego? Todos buenos. Y salmorejo para llevar a los amigos, de ese que hacemos en Córdoba y que no se encuentra fuera.
Parada en Villamartín, sierra de Cádiz, la Hacienda del Rosalejo me tentaba para repetir una vez más con mis extraordinarios anfitriones. Servicio de lujo, espejos de Versalles, cena al aire libre, estrellas y champagne a la caída del sol. Por supuesto alta cocina: corvina en su punto, carnes de retinta, tortillitas de camarones tan crujientes, aéreas y doradas como jamás había visto. Delicado postre de crema fría de turrón, piñones y chocolate negro. Y los vinos…
Amanecer fresco, con olor andaluz, alegre, soleado, prometedor, la ruta continúa: parada en Ronda, yemas del Tajo, sin duda –varias cajas, por favor-. Rústicas y deliciosas ventas que ofrecen esos tomates de huerta –aún quedan, si-, para mojar con pan recién hecho, sopa de picadillo, lomo de orza.
La sencillez y la suculencia. Mi querida Ronda, tan hospitalaria como siempre, tan entrañable y señorial, con la maestranza al fondo. Paseo de la mesa y del corazón: ganado bravo, cangrejos y tortugas del arroyo del Cupil, pipirrana en el Vicario y cocido rondeño en el Retamar. Vajillas de barro, porcelana en las vitrinas, manteles de hilo. Peros de Ronda. Amigos queridos y añorados, con los que he compartido tantas veces la buena cocina, la cocina de lo antiguo, hecha con amor.
Gastronomía de la infancia, cuando comer bien en mesas refinadas era lo normal y no tenía mayor importancia. Postres, al final de la ruta, en el Puerto de Santa María. Pero antes frituras y fino para alegrar el mediodía. Tocinos de cielo, por supuesto, aires del Atlántico, mirando a lo lejos, al futuro. Y el tío abuelo Alberti cantando al mar…. Marineros en la vida, cosas de nuestra tierra.
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