La preocupación por que una población consuma alegremente una batería de productos que rompen el ciclo vital que hemos tenido hasta la actualidad, no es banal. Y no se trata de negar el progreso, sino de ponerlo a nuestro favor. En esta jugada se están desmoronando las opciones para la supervivencia del mundo rural, para la ganadería, para una alimentación basada en un ciclo natural, cuya última base son el sol y la tierra.
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